Un día en Denali, da para muy poco, pero es suficiente para hacerse una idea de lo impresionante que son sus paisajes y de la enorme extensión de terreno que abarcan. Tuvimos dudas sobre como organizarnos, y al final decidimos apuntarnos a una excursión guiada por un guardia forestal del parque.
La ruta empezó en un sendero que se encontraba junto a la vía del tren. La misma vía que nos llevó hasta Denali. Cuando pasó el tren, salimos a su encuentro para saludar a todos los viajeros que se iban, algo que también hicieron con nosotros en algunos pueblos junto a los que pasamos, muchas personas iban a nuestro encuentro para decirnos adiós.
En esta época del año,las regiones de tundra del Denali se cubren de flores silvestres y de colores amarillos, rojos y naranjas que señalan el inicio del otoño.
Un preciosa imagen de Denali Village, el principal centro de servicios de la zona. Era la última semana en que el lugar permanecía abierto al público. Durante el invierno, debido a las bajas temperaturas que se alcanzan en este sitio, permanece cerrado, quedando tan sólo cinco o seis familias allí. Una semana después, salía el último tren rumbo a Anchorage y era un tren exclusivamente reservado para los trabajadores del parque.
Lago Horseshoe, destino de una marcha sencilla y muy popular.
Aquí nos teneis adentrándonos en el bosque. En Denali está prohibido ir armado, así que hay que seguir unas normas básicas de protección. Pedro andaba con un cascabel antiosos que resultó un tanto molesto para la guía, una naturalista empedernida, completamente apasionada con su trabajo. Su intención era que pudieramos avistar algún animal y con el cascabel de Pedro más bien el efecto era el contrario, así que tocó dejarlo en consigna, si ya se lo decía yo...
Nos dió instrucciones muy precisas en caso de encontronazos inesperados con osos, lobos o alces. Nada de chillar, nada de hablar finolis, sobre todo en el caso de ver lobos, las voces femeninas son peligrosas y las fuertes masculinas ideales, formar grupo para parecer muy grandes... me hubiera encantado encontrar lobos grises o escuchar sus ahullidos. En Denali viven unos 100, agrupados en una docena de manadas aproximadamente. Cada manada que incluye un macho jefe, una hembra y sus cachorros, necesita entre 518 y 2072 Kilómetros cuadrados, para que luego venga el guapo de turno a meterlos en un zoo...El lobo adulto, suele pesar 45 kilos, tiene un cerebro dos veces más grande que el de un perro doméstico. Actualmente, hay entre 7000 y 10000 lobos en Alaska, aunque tienen sus problemas con los cazadores que están emperrados con que los lobos matan demasiados alces, y digo yo que también tienen que comer, y con todo su derecho que para eso están en su casa. La consecuencia de estas afirmaciones ha hecho que el gobierno cree programas de control del lobo. Los lobos que viven en Denali están bien protegidos, siempre que no salgan del parque, pero ¿entienden los animales de fronteras o señales?.
Me hubiera gustado ver a algunos de mi grupo en situación comprometida frente a uno de los cuatro grandes habitantes del parque, sobre todo, a las mujeres con tacones y repletas de maquillaje que se adentran en un parque nacional de esas características confundiéndolo, quizás, con Disneyland.
De nuevo, vimos una presa natural hecha por los castores. Enemigos acérrimos de las nutrias por si alguien no lo sabe. Si se cruzan con una, se la meriendan en menos que canta un gallo.
Y esta señora era nuestra guía, ¿no os recuerda al forestal de el oso Yoguie?
Aquí teneis un bosque, o mejor dicho, lo que queda de un bosque cuyos vecinos son los castores. Lo dejaron arreglado.
La señal que marca la entrada. Una sóla carretera se adentra en sus indómitos paisajes y sólo se puede acceder a ella con los autobuses del parque.